ARTISTAS DEL MUNDO, ABANDONAD LA PRODUCCION AHORA
Von Beetfarmer, DeBoring, Vanaygum,& Poe
[<] Huelga de Arte
Uno de los aspectos más nocivos del microespectáculo
estético es la manera en que se permite al "artista" tener
"creaciones propias" mediante la utilización de derechos
de
propiedad intelectual. Todos están como nosotros
informados
de que los derechos de propiedad intelectual se emplean
para
proteger los "intereses" financieros del artista.
Así,
la infracción de los derechos de propiedad intelectual se
castigan con penas terribles que van desde multas al
encarcelamiento.
Pero como muchas personas de nuestro barrio piensan, en
primer lugar
el arte y el dinero nunca deben ir entrelazados.
El "nombre" tras un producto cultural presenta otra
perversión llena de vigor -- que quizá sea la
que pulveriza en mayor medida nuestra demanda de una
sociedad "sin
dios ni amo". Este odioso crimen ocurre cuando el "nombre"
del
creador llega a ser una imagen -- para ser venerada,
adorada o
despreciada, para referirse a ella como si este "nombre"
fuera otra
cosa que una taquigrafía conveniente para un particular
tiempo/arte/espacio por una cierta persona que, de ninguna
manera,
merece ser venerada o incluso reconocida públicamente.
Estos crimenes contra la humanidad serían olvidados al
instante si los artistas cesasen en su intento de
alcahuetear
"artefactos culturales" al público con el pretexto de
proporcionarnos un "servicio cívico." Se argumentará
sin duda que muchos artistas deben "producir" para
sobrevivir. De
todas formas, si pueden crear "arte" seguramente pueden
idear otros
medios para sobrevivir, quizás mediante subsidios de
desempleo, el trabajo diario o algún comercio útil
que, con un esfuerzo convenido, tendrá una influencia
positiva en su arte. Numerosos *grandes* artistas --
tomemos a
Charles Ives, WC Williams, Wallace Stevens, por ejemplo --
renunciaron a hacer dinero de sus productos culturales
mientras
practicaban con éxito otros negocios que, en los tres
casos,
eran muchas veces más "provechosos" que sus magras
ganancias
artísticas. Estos tres hombres hablaron positivamente de
los
beneficios aportados a su arte mediante la aplicación de
cosas aprendidas "en el trabajo"; de ahí se sigue la
conclusión lógica de que el arte -- si uno no puede
gastar todo su tiempo comprometiéndose en él -- llega
a ser una evasión placentera del deber, un solaz en medio
de
la agonía cotidiana, una alegría después del
penoso trabajo, una manera de integrar la mierda del día
con
el oro de la tarde en unas horas de creatividad no
adulterada. Se
darían muchos beneficios sociales si los artistas dejaran
de
"producir arte" durante todo el día; a saber, la
reducción de productos culturales en el mercado que
empieza a
ser tan necesaria en este período de saturación
cultural. Ha llegado a ser un tópico hablar de cómo
nosotros en el Oeste y de modo creciente en el Este
estamos
"bombardeados de información". Podemos
empezar a cortar esta sobrecarga sensorial erradicando la
'espectacularización del arte' tal y como esta se lleva a
cabo en anuncios, "mercados" culturales (es decir, los
lugares donde
se venden productos artísticos), carteles, websites, y
cualquier otro canal y medio que integre -- en magnitudes
variables
-- las polaridades de arte y dinero.
Pero, lo que es más importante, podemos dejar de gastar
nuestro dinero en
estos "productos culturales." Muchos artistas
aceptan dinero
en efecto por sus productos con el pretexto de "darlos a
conocer".
De cualquier modo, se ve fácilmente que la raíz de
esta falsedad es meramente los intereses egoístas
personales
de los artistas: su deseo vivir un confort material, su
avidez por
el "margen de beneficios" tales como admiradores y
entrevistas, y
finalmente su deseo de vivir en las mentes de demás como
un
icono para ser admirado, seguido y venerado.
Encontramos particularmente egoista esta forma perversa de
megalomanía que debilita tanto al arte como a la sociedad.
Muchos artistas argumentarán además que el
único medio por el que ellos pueden ganar un público
para su trabajo es "traicionar" al "establishment".
Para "difundir" lo que ellos consideran que es necesario
para la
humanidad (es decir sus productos culturales, que ellos
nos hacen
neciamente creer que proporcionan discernimiento, belleza
y
sabiduría a los observadores) deben estar en la
posición de llamar la atención y por eso necesidan
apoyo financiero para "difundir" su
sabiduría/belleza/conceptos por el mundo.
Pero la pregunta permanece: ¿necesita realmente la
humanidad
la "belleza" y el "discernimiento" que dicen poseer los
artistas?
¿O necesita en cambio un arte que ertenezca al
interés público?
Demandamos del artista que deje de producir y propagar
productos
culturales a menos que sean (1) solicitados por el público
y
(2) creados con las intenciones de compartir libremente
con el
público y otros artistas sin restricciones de derechos de
propiedad intelectual. No hay demandas con respecto a
volumen,
forma, o medio; de cualquier modo, pedimos a los artistas
que todo
arte que sea solamente representativo de la personalidad
del artista
sea privado de la exhibición pública. Nunca quisimos -
ni querremos - ver aquello que no hemos pedido.
Los artistas pueden pensar que están por encima de
nosotros
en estas materias, pero ciertamente no es asi. De
nuevo,
pedimos a los artistas que no soliciten ni utilicen
derechos de
propiedad intelectual de ningún tipo. Los derechos de
propiedad intelectual son para las invenciones
tecnológicas, que quizás sean
útiles. Pero no para arte, que es ciertamente bello. . .
El lugar donde comenzar el cese
de la producción cultural es dentro de nosotros mismos, y
hacia el exterior tratar de convencer a los "artistas"
para que
abandonen sus materiales. El momento, como ya se
supone, es
ahora. Esta, amigos, será nada menos que la
revolución dialéctica consumada. . .
Von Beetfarmer, DeBoring, Vanaygum,& Poe
Long Island City, Queens, NY
22 de septiembre de 1998